Es muy doloroso escuchar acerca de diversos pecados en los que han caído distintos pastores, diáconos y líderes de iglesias, en las últimas décadas. Muchos de ellos quizás creyeron que nunca caerían en adulterio, que nunca abusarían de su autoridad o que nunca descuidarían a su familia, sin embargo, la realidad es otra.
Saber que distintos pastores y líderes han caído en pecados terribles, que han dividido sus iglesias, que han lastimado a personas o que han sido un tropiezo para la expansión del reino de Dios, debe producir en nosotros distintas reacciones. La primera de ellas es un profundo dolor, ya que es muy triste ver como el pecado ha deformado la imagen de Cristo en ellos. En segundo lugar, ver esto debe generar un gran enojo contra el pecado y contra las cosas que están haciendo estos líderes que son contrarias al evangelio. Pero, en tercer lugar, estas cosas que han ocurrido deben infundir en nosotros un profundo temor, pues ninguno de nosotros está exento de caer en los mismos pecados.
El carácter del hombre en 1 Timoteo
La epístola de 1 Timoteo es una de las dos cartas (del canon bíblico) que escribió el apóstol Pablo a su amigo y colaborador Timoteo. En esta epístola, Pablo le brinda a su discípulo distintas instrucciones prácticas y teológicas para ejercer autoridad bíblica, en el contexto de la iglesia, y defender el evangelio contra los falsos maestros que se estaban levantando.
Aunque esta epístola contiene mayormente instrucción que se debe aplicar en el gobierno de una iglesia, podemos ver distintas cualidades, principios y características que todo hombre debe tener. No importa si eres soltero o casado, joven o anciano, nuevo en la fe o con más años, tanto tú como yo debemos ser conformados a la imagen de Cristo cada día. Por ello, debemos examinar nuestras vidas constantemente a la luz de las Escrituras.
Con la finalidad de identificar aquellas cosas en las que necesitamos la ayuda de Dios para ser transformados, a continuación presento diversas observaciones que hice de 1 Timoteo, en relación a las cualidades que todo hombre debe tener.
El propósito de esta lista es simplemente extraer algunos principios que he aprendido, al estudiar esta epístola, sobre el carácter que debe tener todo hombre que teme y ama a Dios.
Todo hombre que teme a Dios…
- Todo hombre que teme a Dios tiene cuidado de lo que él escucha y de que oyen las personas que están bajo su autoridad (1 Tim 1:3, 4).
- Todo hombre que teme a Dios mantiene la fe y una buena conciencia. (1 Tim 1:19).
- Todo hombre que teme a Dios ora constantemente por la salvación de las personas que están separadas de Dios (1 Tim 2:1).
- Todo hombre que teme a Dios ora por las personas que están en autoridad y agradece a Dios por ellas (1 Tim 2:2, 3).
- Todo hombre que teme a Dios enseña a los demás a permanecer en fe, amor y santidad, con modestia (1 Tim 2:9, 15).
- Todo hombre que teme a Dios debe ser irreprochable (1 Tim 3:2).
- Todo hombre que teme a Dios es fiel a su esposa (1 Tim 3:2).
- Todo hombre que teme a Dios es sobrio (1 Tim 3:2).
- Todo hombre que teme a Dios es prudente (1 Tim 3:2).
- Todo hombre que teme a Dios tiene una conducta decorosa (1 Tim 3:2).
- Todo hombre que teme a Dios es hospitalario (1 Tim 3:2).
- Todo hombre que teme a Dios se capacita para enseñar (1 Tim 3:2).
- Todo hombre que teme a Dios tiene control de sí mismo (1 Tim 3:3).
- Todo hombre que teme a Dios no es pendenciero sino que es amable (1 Tim 3:3).
- Todo hombre que teme a Dios no es contencioso (1 Tim 3:3).
- Todo hombre que teme a Dios no es avaricioso (1 Tim 3:3).
- Todo hombre que teme a Dios gobierna bien a su familia (1 Tim 3:4).
- Todo hombre que teme a Dios tiene una buena reputación con los no creyentes (1 Tim 3:7).
- Todo hombre que teme a Dios no se aparta de la fe (1 Tim 4:1).
- Todo hombre que teme a Dios agradece a Dios por todo lo que Él provee (1 Tim 4:3-4).
- Todo hombre que teme a Dios se disciplina a sí mismo para la piedad (1 Tim 4:7).
- Todo hombre que teme a Dios es ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, fe y pureza (1 Tim 4:12).
- Todo hombre que teme a Dios cuida y se ocupa de su relación con Dios (1 Tim 4:13).
- Todo hombre que teme a Dios tiene cuidado de sí mismo y de la enseñanza (1 Tim 4:16).
- Todo hombre que teme a Dios no reprende a los ancianos con dureza, sino que los anima como a un Padre (1 Tim 4:1).
- Todo hombre que teme a Dios anima a los jóvenes como a hermanos (1 Tim 5:1).
- Todo hombre que teme a Dios anima a las ancianas como a madres (1 Tim 5:2).
- Todo hombre que teme a Dios anima a las más jóvenes como a hermanas, con toda pureza (1 Tim 5:2).
- Todo hombre que teme a Dios honra a las viudas (1 Tim 5:3).
- Todo hombre que teme a Dios provee para los de su casa (1 Tim 5:8).
- Todo hombre que teme a Dios da doble honor a los pastores (1 Tim 5:17).
- Todo hombre que teme a Dios ayuda a otros sin prejuicios (1 Tim 5:20, 21).
- Todo hombre que teme a Dios se conserva puro (1 Tim 5:22).
- Todo hombre que teme a Dios trata a sus autoridades como dignas de honor (1 Tim 6:1).
- Todo hombre que teme a Dios sirve con esfuerzo y honor a sus hermanos creyentes (1 Tim 6:2).
- Todo hombre que teme a Dios se guarda de los falsos maestros (1 Tim 6:3-4).
- Todo hombre que teme a Dios está contento solo teniendo sustento y abrigo (1 Tim 6:8).
- Todo hombre que teme a Dios no busca enriquecerse (1 Tim 6:9-10).
- Todo hombre que teme a Dios sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia y la mansedumbre (1 Tim 6:11).
- Todo hombre que teme a Dios pelea la buena batalla de la fe (1 Tim 6:12).
- Todo hombre que teme a Dios guarda la Palabra sin mancha (1 Tim 6:14).
- Todo hombre que teme a Dios evita pláticas sobre cosas vanas (1 Tim 6:20).
Como puedes observar, cada área de nuestra vida debe reflejar a Cristo, aun aquellas que parezcan más pequeñas o de menos valor. Esto no quiere decir que debemos desanimarnos al ver las cosas en las que estamos fallando o que veamos el mandato masculino como una carga difícil de llevar. Por el contrario, debemos cobrar ánimo para trabajar, con la ayuda de Dios, en las cosas de nuestra vida que no están reflejando el carácter de Cristo.
Cada día debemos examinar nuestro caminar y poner nuestra mirada en Jesús, el Hijo del Hombre, aquel que sí pudo vivir perfectamente la vida que nosotros no pudimos vivir.
Escrito por: Aldo Pérez