Rol de los hombres en el plan de Dios
Vivimos en un mundo que está descompuesto y roto por el pecado, solamente ve las noticias y te darás cuenta de que eso es verdad. Vemos ejemplos como el machismo, donde el hombre se cree superior a la mujer, y ella es vista como menos o como un objeto, se ve de todas las maneras menos como debería de ser. Eso ha sido consecuencia del pecado que entró en el mundo, porque en el principio, Dios no lo hizo así. Así que, en este breve documento quiero enfocarme en como sí debería de ser el rol de un hombre, dentro de los lineamientos de Dios.
El texto en el que me quiero basar es Efesios 5:21, 25 y dice así: 21 Someteos unos a otros en el temor de Dios […] 25 Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella…
-Versículo 21. Pablo empieza con algo sumamente importante que es “Someteos unos a otros en el temor de Dios”. Prácticamente si no haces eso, lo que va a decir a continuación no va a suceder, primero nos sometemos unos a otros en el temor de Dios, y luego lo demás, de otra manera está destinado a fracasar.
Si no hay temor de Dios en tu vida, estás destinado a fracasar. También es lo que nos menciona Proverbios 1:7 : El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza. Creo que más claro no puede ser, una persona sabia teme a Dios, por el contrario, una persona insensata no teme a Dios. ¿Dónde estás tú? ¿Hay un temor verdadero a Dios en tu vida?
-Versículo 25. Como ya mencioné anteriormente, si no te sometes a Dios, esto que está por decir Pablo, no va a suceder. Veo tres partes en este versículo:
Eso se complementa con el versículo 28 que dice: Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama.
Se puede escuchar como que eso sólo aplica para las personas casadas, pero también aplica para las personas no casadas. ¿No fue eso lo que dijo Jesús? Marcos 12:30, 31: Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. 31 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que estos. Primero tengo que amar a Dios para poder amar a mi prójimo, y ¿por qué le amamos? Porque Él nos amó primero, de nuevo, primero me someto a Dios y lo amo, y luego podré amar a mi esposa y/o mi prójimo. Juan nos dice que no podemos decir que amamos a Dios si no amamos a nuestros hermanos (1 Juan 4:20).
Si te pones a pensar bien esa parte creo que es un estándar muy alto, ¿no crees? Cristo siendo Dios dejó TODO para salvarnos (Filipenses 2:5-8). ¿Cómo lo hizo?
“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”.
Dio su vida para rescatar a su iglesia, esto es totalmente un acto de servicio, y si Cristo es nuestro modelo a seguir, de la misma manera tenemos que hacerlo. Estamos llamados a servir a los demás (Filipenses 2:3), a verlos como superiores, no sentirnos superiores a los demás, porque ante Dios todos somos iguales.
“Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo”.
Dios dio el rol de cabeza al hombre dentro de una familia (Génesis 3:16), eso no quiere decir que seamos superiores que las mujeres, por el contrario, somos servidores de los demás (Mateo 20:26). Un verdadero líder no es aquel que manda mucho, sino es aquel que predica con ejemplo, es aquel que sirve a los demás. Así como Cristo, Él nunca nos pidió algo que Él no hizo.
Para concluir, ni los hombres, ni las mujeres están por encima de los demás , están a la misma altura con roles diferentes, y la única forma en la que realmente pueda haber un balance correcto, es someterse a Dios, amarlo y obedecerlo, de otra forma no puede ser; el mundo está como está porque no hay temor de Dios. Si nuestro pilar es Dios, no solamente en el matrimonio, sino en todos los aspectos de nuestra vida, nuestra vida va a ser diferente, solo en El podremos tener una vida de gozo y paz.
Autor: Alberto Pérez